martes, 29 de junio de 2010

plancha


Plancha



Los orígenes de la plancha son remotos. Se sabe que la utilizaron los chinos en el siglo IV para alisar la seda. Se trataba de unos recipientes de latón con mango, en el interior de los cuales se colocaba una cantidad de brasas con cuyo calor se quitaba las arrugas del tejido.

En algunas estampas chinas del siglo IV ya se ven algunos artefactos en forma de plancha. Hubo sucesivamente planchas de piedra, de mármol, de vidrio, huecas que llevaban carbón encendido en su interior y de metal que se calentaban en un fogón.




En Europa, las primeras planchas fueron alisadores de madera, vidrio o mármol que hasta el siglo XV se utilizaron en frío ya que el empleo de goma para almidonar no permitía el uso del calor.

La palabra misma, ‘plancha’, no apareció en castellano, con el significado que hoy le damos, hasta el siglo XVII. Fue en esa época cuando empezó a utilizarse de forma generalizada. Eran unas planchas calentadas al fuego, artilugios huecos que se llenaban de maderas ardiendo, o de brasas. Las había también macizas, que se calentaban directamente en el fogón, las llamadas planchas de lavandera, que aparecieron más tardíamente.

A aquella generación de planchas sucedieron otros sistemas de calentamiento por medio de agua hirviendo, gas e incluso alcohol. Con todos aquellos viejos y venerables cacharros acabó la plancha eléctrica.

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